TRIBUNA ALTA > Antonio Alarcó

Responsabilidad social corporativa y fondos públicos > Antonio Alarcó

Los tiempos en los que las empresas se limitaban a producir para sólo dar beneficios, sin compromiso social, han quedado atrás. Los profundos cambios sociales y económicos que estamos sufriendo conducen a que la relación entre empresas y sociedades, y viceversa, sea obligatoriamente distinta, lo que propicia que se conviertan en agentes sociales comprometidos con los problemas que afectan al entorno en el que se desarrollan, entre otros aspectos.

Todos entendemos que las empresas tienen que crear riqueza porque de lo contrario cerrarían, pero este argumento no es suficiente y ahora además de la cuenta de resultados, deben basar su actividad en criterios de Responsabilidad Social Corporativa (RSC), inversiones socialmente responsables y respeto por el medio ambiente. La RSC es una nueva filosofía empresarial -antigua en otros países- que implica una forma diferente de entender las relaciones entre las empresas y el resto de la sociedad. Este cambio de modelo productivo implica un acuerdo social de las empresas con cuestiones que preocupan a la ciudadanía, como sanidad, educación y medio ambiente, entre otras.

Las compañías tienen que plantear nuevas líneas de acción donde se aprecie su compromiso con el desarrollo y la mejora de las condiciones de la sociedad. La empresa, los empresarios, los trabajadores y los clientes sustentan el Estado de Bienestar y hay que tenerlos muy en cuenta. Asimismo, hemos dicho reiteradamente que para salir de la crisis necesitamos un proyecto de futuro capaz de cohesionar a la ciudadanía. Esta reforma estructural requerirá vocación de futuro y contribuir a la formación del capital humano necesario para no quedar fuera de los puestos delanteros de la Unión Europea. En definitiva, cuidar y mimar el talento. Ese necesario cambio de modelo arranca del concepto de I+D+i+d, es decir, investigación, desarrollo, innovación y divulgación, al que habrá que añadir un pacto sobre la educación y la ciencia, necesidad objetiva del sistema.

Ya se han iniciado en el Senado los trabajos de la Ponencia impulsada por nosotros en la Comisión de Economía y Competitividad, aprobada por unanimidad, que ha de emitir un informe que aporte medidas de apoyo a las pymes, y de transferencia de conocimiento hacia ellas, con criterios de responsabilidad social corporativa, optimización fiscal, mecenazgo y fondos éticos. Según Inverco, los fondos éticos son aquellos que seleccionan un universo de valores invertibles, de acuerdo con unos criterios éticos determinados por los cuales excluyen a compañías de ciertos sectores como el de armamentos, juegos o alcohol, entre otros. Por citar algún ejemplo podemos hablar de Compromiso Fondo Ético, F.I, primer fondo de inversión católica, en el que los inversores inyectan su dinero a empresas que deben cumplir con una serie de requisitos como su aportación a causas benéficas, la integración laboral de discapacitados o políticas encaminadas a conciliar la vida familiar de sus empleados. En esta línea, el Ministerio de Economía y Competitividad está barajando la posibilidad de poner en marcha un sistema de fondos éticos dedicados a la ciencia y la tecnología y a las actividades de mecenazgo y micromecenazgo con el fin de captar la participación no sólo del mundo empresarial sino también de la sociedad civil.

El ciudadano si está comprometido y confía, puede invertir en Bonos del Estado destinados a fines éticos, por ejemplo, a la lucha contra el cáncer. Si somos capaces de entender esto, por muy modestas que sean las cantidades, estamos logrando llegar a esa simbiosis ideal de los fondos éticos que pretende unir la economía con la ética. Lograr esta participación es otro de los grandes retos del Gobierno del Partido Popular, que estamos trabajando para lograr la participación pública y privada para llevar a buen puerto con la I+D+i+d y, por tanto, el verdadero cambio de modelo económico. Pero que nadie se confunda, no hablamos de privatizar la investigación y la ciencia sino de implicar a la sociedad civil y de conseguir que entiendan que la innovación y la investigación no es un gasto sino una inversión ya que el dinero que se invierte tiene un resultado multiplicador. Hablamos de un sistema de retroalimentación positiva. Ahora toca emprender un nuevo proceso, que pasa por la adopción de este programa, capaz de vertebrar nuestro desarrollo y de darnos cohesión como país, poniendo el acento en esa combinación de educación, de apoyo a la iniciativa privada y de inversión en los procesos I+D+i+d, para lograr que las empresas se identifiquen con la sociedad y así poder remar juntos.

Antonio Alarcó es Senador del PP por Tenerife
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